“El Reloj inició una historia nueva. Cuando a mediados de 1973 se empezó a oír hablar de una banda del Oeste que arrasaba en cada recital, el rock nacional estaba experimentando un reacomodamiento de piezas.
El Reloj desarrolló una identidad propia, única, tomando el instinto agresivo del Hard-Rock y enriqueciéndolo con arreglos, estructuras rítmicas y melodías que lo metían en el campo de la música progresiva. Tenían con qué: contaban con la imaginación y la adrenalina de Willy Gardi al comando de la guitarra líder y con el registro vocal potente y asertivo de Eduardo Frezza, a la que Gardi solía sumarse en coros y en logrados pasajes a dos voces. A ellos se sumaba el pulso firme de Juan Espósito en la batería, la riqueza de recursos del órgano de Luis Valenti y la intuición de Osvaldo Zabala para armonizar su guitarra con la de Gardi, a veces aportando el patrón rítmico, otras sumando su instrumento para lograr vibrantes contrapuntos.
El Reloj tenía un sonido único. Quien asistía a sus recitales de esos años claves de 1974 y 1975 salía renovado, sintiendo una extraña catarsis de electricidad y rock and roll porque El Reloj había dejado todo arriba del escenario.
Entre 1975 y 1976 El Reloj grabó dos álbumes y ambos llevaron el nombre de la banda como título. El primero de ellos es el que, a lo largo de los años, quedó en la memoria colectiva como el mejor testimonio del grupo".
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